Doce hombres
acompañaron a Jesús en su ministerio terrenal. Él mismo los escogió, cada uno
muy distinto del otro. Los nombró sus discípulos. Pasaron juntos momentos
únicos e inolvidables. Seguro que pudieron compartir muchas cosas en casi tres
años. Entre los seleccionados estaban Judas y Pedro. Ambos tuvieron
privilegios. Uno, era el tesorero; el otro, participó de momentos muy
exclusivos junto a su Maestro.
Sin embargo, la
historia no terminó con la felicidad del inicio. Judas, por treinta monedas de
plata, vendió a su mentor. Por otro lado, Pedro negó conocerle. ¿Sabía Jesús
que esto ocurriría? Claro que sí. Me asombra la inmutabilidad de Cristo. Los
siguió tratando igual, no se enfureció, no se quejó por haber dada todo a
cambio de nada, ni renegó por la amistad pisotead. Ni judas ni Pedro, cambiaron
al Maestro, tampoco la traición pudo lograrlo.
Constantemente
estamos rodeados de personas, con características distintas. Ninguna de ellas
tiene el poder para hacernos cambiar. La generosidad, no se puede perder por un
mal agradecido. Nadie, por muy terco que sea, puede acabarnos la paciencia. ¡Me
hiciste poner bravo! dicen algunos. Otras, prometen no volver a amar, por uno
que no valoró su amor. “No vuelvo a tener amigos, siempre me quedan mal”
comenta un traicionado. Es impresionante
cómo les damos tanto poder a los demás, para transformar para mal nuestras
vidas.
En otras
ocasiones, no son personas, sino situaciones que conspiran para hacernos
cambiar. Humillación, vergüenza, traición, venganza, abandono, éxito, fama,
prosperidad, enfermedad, crisis o muerte ha vencido a algunos transformándolos
en seres difíciles de tratar.
“Si alguien les hace algo malo, no hagan ustedes lo mismo;
si alguien los insulta, no contesten con otro insulto. Al contrario, pídanle a
Dios que bendiga a esas personas, pues él los eligió a ustedes para que reciban
bendición” 1 Pedro 3:9 (TLA)
Mantente como
eres, sigue siendo una persona serena, tranquila, de buen humor, amable,
generosa, amigable, amorosa, servicial. ¡El mundo te necesita así, no cambies!

No hay comentarios:
Publicar un comentario