Mateo, el
evangelista, presenta la Parábola de los talentos donde un señor se va lejos,
pero antes entregó sus bienes a sus siervos. Según su capacidad, a uno dio
cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno y luego se fue lejos. Al tiempo
regresó y arregló cuentas con ellos. El primero y el segundo lo mullicaron,
pero el último, por miedo lo escondió.
Me gusta la aptitud del segundo hombre, no se
comparó por su mediana capacidad, con ninguno de sus dos compañeros. Se centró
en lo que había recibido y lo que tenía que hacer. No se quejó porque al
primero le dieron más, pero tampoco dejó de trabajar como el tercero.
El rey Saúl estaba más capacitado que
David, pero el joven pastor creyó que Dios lo usaría en derrotar a Goliat y a
los filisteos, como las veces anteriores en luchas con osos y leones. Sin
saber manejar armas de guerra, obtuvo el triunfo.
Usa lo que Dios te dio,
independientemente si estás al lado de un gigante en determinada área. No
tengas temor.
Tal vez otros escriban mejor, pero yo
me atreví a creer que Dios usaría mis escritos. Haz tú lo mismo con tu
habilidad sea cual sea, liderazgo, canto, música, servicio o consejería. No me
refiero a grandeza o fama, aunque podría darse, sino a que Dios pueda usarte
sin importar que sea para que una sola persona o un grupo pequeño, cambien,
avancen o progresen o sean servidos.
Tu poca capacidad el Señor la
utilizará. Trabaja todos los días, con mucho esfuerzo. Si él te lo pide, es
porque va a estar contigo.
Curiosamente, el segundo siervo con
menos capacidad y menos monedas, obtuvo el mismo resultado de su trabajo, el
cien por ciento, que el primero. Así que anímate, tendrás éxito.
“Cada
uno de ustedes ha recibido de Dios alguna capacidad especial. Úsela bien en el
servicio a los demás” 1 Pedro 4:10 (TLA)

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