Los cazadores de monos, emplean una
técnica muy sencilla para atraparlos. Hacen un agujero, en la tierra o en un
coco, tan pequeño que sólo quepa la mano del mono. Después introducen en él
nuez o maní. El mono, en busca de comida la agarra y aprieta la mano para
sacarla, al no poder se obsesiona tanto por ella, que es incapaz de soltarla y
escapar. Así cae en manos del cazador.
Nosotros los humanos, no lo hacemos
distinto al mono. Sabemos que tenemos o hacemos cosas que nos hacen mucho daño
y están deteriorando nuestras vidas y somos incapaces de dejarlas, porque
algunas de ellas nos dan cierto "placer" Es así, como permanecemos
albergando desobediencia, rebeldía, rencor, odio, deseos de venganza, falta de
perdón y autoestima baja. Vivimos envueltos en situaciones de fornicación,
adulterio, relación de pareja, relación sentimental, promiscuidad, obsesión,
infidelidad, mentira, homosexualidad, autogratificación y pornografía, que,
aunque nos hacen sentir "bien" por un tiempo, luego llegan
sentimientos de autocompasión. Están entre nuestras "amistades” personas
manipuladoras o maltratadoras con las cuales hemos creado un vínculo de
dependencia.
Decimos: ese mono si es tonto, por no
soltar la mano lo llevan cautivo. Sin embargo, no opinamos igual del hombre que
vive en cautiverio, por no soltar sus ataduras, aparentando ser libre.
La
Biblia en Efesios 4:22-24 dice: "En cuanto a la pasada manera de vivir,
despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y
renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado
según Dios en la justicia y santidad de la verdad"
¿Tienes algo entre tus manos? Suéltalo,
no permitas que te atrape el enemigo de las almas.