martes, 10 de junio de 2025

CONSEJOS SABIOS



El siguiente relato viene de la tradición oral y lo transcribí del librito “Consejos sabios de un colibrí” de Editorial EDILUX.

“Un día un hombre atrapó un pájaro. Se trataba de un colibrí. Al momento que quiso matarlo para comérselo, el colibrí se dirigió a él en estos términos: —Buen hombre, ¿qué beneficio te traerá mi muerte? La verdad es que no soy lo suficientemente grande como para saciar el hambre que tú tienes. Déjame en libertad y te daré tres consejos, los cuales te serán de gran provecho. El hombre prometió liberarlo a condición de que le dijese que sería para él lo más conveniente en la vida. El colibrí respondió: —Escúchame bien: no te lamentes jamás por las cosas perdidas. No pretendas conseguir lo que nunca podrás tener. Finalmente, no creas ciegamente en asuntos inverosímiles. Procura, entonces, aplicar en tu vida estos tres y vivirás feliz. Inmediatamente el hombre soltó al colibrí y éste salió hacia las alturas, volando por encima de su cabeza, no sin antes asegurarse de que el hombre había entendido sus consejos; por lo cual le dijo: —¡Qué tonto has sido dejándome en libertad, pues has dejado de ganarte un gran tesoro! ¡Yo tengo bajo mis alas joyas tan grandes como un huevo de avestruz! Terminando de decir eso, una furia ciega se apoderó del hombre, quien intentó por todos los medios recapturar al colibrí… Todo fue en vano. Nuevamente, con la velocidad y la agilidad que lo caracterizan, el colibrí sobrevoló por encima del hombre y le dijo: Me he dado cuenta de que no eres astuto, pues no has puesto en práctica mis consejos. Bien te había dicho que nunca te arrepentiste por las cosas perdidas; pero exactamente me he dado cuenta de que tú te has arrepentido por dejarme en libertad. De igual manera, te he aconsejado nunca desear tener aquello que no puedes alcanzar; y, sin embargo, te esfuerzas por capturarme nuevamente, sabiendo que yo vuelo por encima de ti a gran velocidad y altura. También te he dicho que no creas en lo inverosímil; y tú has creído que yo tenía bajo mis alas joyas del tamaño de un huevo de avestruz, a pesar de que yo soy mucho más pequeño que el huevo más diminuto de mi pariente. ¡Adiós, hombre terco! Y sosteniendo su vuelo en un solo punto, desapareció de la vista del hombre, como si fuera un pájaro encantado”.

¿Acaso no hemos hecho nosotros lo mismo alguna vez? Una persona terca es la que se mantiene inamovible en una opinión, posición o actitud, aunque se le den mil argumentos de que está equivocada o que no es como piensa. Para completar, se niega a dar una explicación acertada de su resistencia. Obstinado, testarudo, porfiado, empecinado y obcecado son algunos de los sinónimos de terco.

“..., cuando un hombre, por causa de su aspereza natural, pretende retener lo que, siendo superfluo para él, es necesario para los demás, y, debido a la terquedad de sus pasiones, no puede corregirse, habrá de ser expulsado de la sociedad por constituir un peligro para ella.” Thomas Hobbes

La terquedad es un antivalor y no debe ser confundida con la perseverancia y constancia. “No debemos tomar la terquedad de nuestros prejuicios como valor para defender nuestras opiniones.” Anónimo

Tú me dijiste: «Yo te voy a instruir; te voy a enseñar cómo debes portarte. Voy a darte buenos consejos y a cuidar siempre de ti. Los mulos y los caballos son tercos y no quieren aprender; para acercarse a ellos y poderlos controlar, hay que ponerles rienda y freno. «¡No seas tú como ellos!» Salmos 32:8-9.

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