jueves, 7 de enero de 2021

Haciendo el ridículo


A veces cuando estoy con mi nieto, que tiene nueve meses y medio, me pareciera estar haciendo el ridículo. Le hablo y pregunto aunque sé que no me entiende, ni me va a responder. Le hago monerías y me río de cualquier cosa, para que también lo haga. Delante de otros pudiera estar haciendo el ridículo, pero para nosotros, es un momento de felicidad, de disfrute, es pasarla bien.

El poeta y dramaturgo español, Federico García Lorca escribió: "Es mucho mejor sufrir por una mujer viva y hacer el ridículo por ella, que tener un fantasma sentado año tras año en el corazón."

Leamos una historia interesante sobre el segundo rey de Israel:

“Cuando David regresó a su hogar para bendecir a su propia familia, Mical, la hija de Saúl, salió a su encuentro y le dijo indignada: — ¡Qué distinguido se veía hoy el rey de Israel, exhibiéndose descaradamente delante de las sirvientas tal como lo haría cualquier persona vulgar! David le replicó a Mical: — ¡Estaba danzando delante del Señor, quien me eligió por encima de tu padre y de su familia! Él me designó como el líder de Israel, el pueblo del Señor, y de este modo celebro delante de él. ¡Así es, y estoy dispuesto a quedar en ridículo e incluso a ser humillado ante mis propios ojos! Pero esas sirvientas que mencionaste, ¡de seguro seguirán pensando que soy distinguido!” 2 Samuel 6:20-23 (NTV)

El rey David estaba  disfrutando de un momento de adoración a su Señor. Danzaba y saltaba felizmente porque trasladaba el arca de Jehová de casa de Obed-edom, hacia Jerusalén. El arca de Dios representaba la presencia y gloria de Dios. David celebraba porque ya el cofre sagrado no estaría oculto. Pero Milca, su esposa, no lo veía así. Ella pensaba que no era digno de un rey, expresar sus emociones de esta manera delante de Dios y el pueblo. Creía que estaba haciendo el ridículo delante de todo Israel.

Tal vez, para muchos “Milcas”, Jesús estaba haciendo el ridículo naciendo en un pesebre siendo el Hijo de Dios o haciendo su entrada triunfal a Jerusalén en un burro. Igualmente, Noé hizo su parte mientras construía una exagerada arca y anunciaba una fuerte lluvia. Para ellos, es absurdo cómo David decidió pelear contra Goliat, sin armas y sin experiencia bélica o cómo los israelitas fueron a derribar los muros de Jericó, solamente dando vueltas alrededor. También, la absurda ocurrencia de los tres jóvenes judíos,  que no se arrodillaron ante la gran estatua de oro, a la orden del rey de Babilonia, bajo sentencia de muerte.

Son muchas las ocasiones, en las cuales nos encontraremos haciendo cosas para Dios y que para los demás sería una ridiculez. Como David, no nos sintamos incómodos al hacer un acto de adoración en público, cargar una Biblia,  decir que somos cristianos, que creemos en un Dios que no vemos y en el regreso de Cristo por su iglesia. Que no sea embarazoso fijar nuestra posición en contra de la teoría de la evolución, de las relaciones prematrimoniales, del aborto y del matrimonio igualitario. Que sintamos libertad para afirmar que el matrimonio es para toda la vida, que se debe llegar virgen al matrimonio, que el diezmar trae bendición. Que no sintamos vergüenza al perdonar la ofensa, al poner la otra mejilla, a devolver bien por mal, a comportarnos como el buen samaritano.    

Seguramente, hay personas distinguidas que nos censurarán y tildarán de excéntricos, obsoletos, absurdos y pare de contar.

Debemos asegurarnos de agradar a Dios con nuestras acciones y tener la confianza de estar haciéndolo bien, sin equivocaciones. Solo así, las voces cargadas de juicio o críticas serán ignoradas.

No le temas a los “Milcas”, nunca están en lo correcto, disfruta lo que haces para tu Señor y recibe luego su aprobación. 

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