“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:!Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” Lucas 2:8-14 RV 1960
Esta
porción del Evangelio de Lucas es muy nombrada en la época decembrina. Hace algunos
años, regalé y recibí muchas tarjetas con estos textos y gran cantidad de
imágenes en internet actualmente, hacen referencia al nacimiento del Niño Dios.
Veo
algo positivo en esto, se reconoce que Jesús llegó y habitó entre los hombres. Se
hizo humano como cada uno de nosotros. El Hijo de Dios, es reconocido y
aceptado históricamente, por un amplio grupo, es decir, vivió en un tiempo
determinado. Hoy estamos en el 2020 D.C. Esto quiere decir la cantidad de años
transcurridos desde el nacimiento de Cristo.
Igualmente
vemos que se habla de su madre como la Virgen María, afirmando su nacimiento virginal.
Es
muy hermoso celebrar la Navidad (Natividad, nacimiento), donde inició todo el
plan redentor.
Juan
El Bautista, hablando de Jesús dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo”. La actitud de Juan es la correcta, el bebé creció como todos
hasta llegar a una edad adulta, no siempre fue niño. Vino a cumplir con una
misión: salvarnos del yugo del pecado.
La
historia es completa, el niño nació, creció, murió y también resucitó. Si
reconocemos el nacimiento milagroso de Jesús, debe ser fácil aceptar todo lo
que viene después.
Lucas
narra el nacimiento de un Salvador, Juan El Bautista, lo ve como la ofrenda por
la redención del ser humano.
El
pesebre, la cruz y la cueva, se relacionan, ninguna puede faltar. Es como una
foto panorámica, amplia y completa.
Hoy
celebramos la Navidad y dentro de poco la Semana Santa. Dos eventos
complementarios e inseparables o indivisibles. Jesús es el regalo de Dios para
acercarnos a él. La humanidad debe aceptarlo en el pesebre, en la cruz y fuera
de la cueva. Si nuestros ojos están familiarizados con estas escenas, también
podremos contemplarlo en el arrebatamiento o traslado de la iglesia, dentro de
no mucho tiempo. Dios nos ama tanto, que no quiere que estemos alejados de él
aquí en la tierra y tampoco en la eternidad.
Entonces,
celebremos que Dios nos regaló a su único Hijo para el bienestar de nuestras
vidas, familia y amigos.
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