Una
mujer se acercó al profeta Eliseo y le describió el momento crítico por el cual
estaba pasando. Su marido, profeta también, había muerto, pero en vida había
contraído una gran deuda. Por no cancelarla, el prestamista vino para llevarse
a sus hijos y esclavizarlos, como pago del compromiso incumplido. El profeta,
después de oírla le pregunta: ¿Qué tienes en casa? Ella responde: una vasija de
aceite. Busca muchas vasijas prestadas y encerrada en tu casa con tus hijos llénalas
y ponlas aparte, le pidió Eliseo. La viuda lo hizo así y el aceite se
multiplicó. La mujer regresó para contar lo ocurrido y recibió la instrucción de
vender el producto, para cancelar la deuda y vivir bien el resto de los días.
La
crisis es un tema común para muchos. Países, familias, iglesias, organizaciones
o empresas han atravesado en alguna oportunidad, por lo menos una muy
significativa.
Las
crisis inician, se desarrollan y concluyen. Cuánto duran, no lo sé. Pero, sí,
que así como inician, se desvanecen. Ellas tienen un propósito y por lo tanto,
no tiene sentido durar más de lo establecido. Ni mucho, ni poco. Es como cuando
se llena un vaso con agua, no se vierte más de lo debido, seria absurdo.
El
escritor del libro de Reyes, no especifica cuánto duró el momento crítico de la
viuda. Solamente describe su inicio y su final feliz. La escasez, la hambruna,
la deuda, el miedo, la humillación, la derrota y la angustia, terminaron, dejaron de existir para ella y su
familia.
Dios
permite las crisis, pero no como castigo y jamás te dejará sin su compañía. Hace
un seguimiento, día a día, mes a mes y año a año, es decir, todo el tiempo de
la prueba. La fe en un Dios compasivo, debe sobrevivir en medio de las aguas
agitadas de la crisis.
Existen
varios de tipos de crisis. Las hay familiares, laborales, emocionales,
espirituales, económicas, entre otras y todas tienen algo en común; tienen un
final.
Por
muy grande que sea la angustia, ten paciencia, espera en oración. ¿Ha sido muy
larga? Tal vez está por terminar, mientras más tiempo tenga, significa que le queda
poco. Dios tiene en su mano el límite de tu crisis y también la bendición.
“Pues nosotros consideramos felices a
los que soportan con fortaleza el sufrimiento. Ustedes han oído cómo soportó
Job sus sufrimientos, y saben de qué modo lo trató al fin el Señor, porque el
Señor es muy misericordioso y compasivo” Santiago 5:11 (DHH)
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