Una
vez un niño como de 11 años iba en su bicicleta y al llegar a la esquina no
frenó, sino que tocó su corneta y siguió su rumbo. Esta escena la presencié
hace poco en una de las calles principales de mi comunidad. Pensé: este
muchachito cree que con tocar corneta los carros que vengan tienen que
apartarse o frenar para darle paso. ¡Qué peligro! afortunadamente no pasó nada
trágico, pero pudo suceder.
Así
está nuestra sociedad hoy niños y adolescentes haciendo cosas de adultos y
pretenden salir ilesos con tales comportamientos o acciones. Con preocupación
veo cómo ya la niñez no juega como antes, han perdido la amistad, el
compañerismo y la inocencia.
Es
común ver niñas en escuelas de modelaje vistiendo poca ropa y participando en
concursos de belleza. Es un orgullo para los padres verles bailar con
movimientos sensuales (perreo) o muy pegado rozando el cuerpo de su compañero
de baile. Ya a los 10 años tienen novios y en pocos meses lo cambian porque ya no
son de su agrado. Creo que tú también apreciado lector has visto como
adolescentes y niños participan de abrazos, besos y caricias no apropiados para
su edad. Igualmente habrás escuchado de la gran cantidad de pre juveniles
asistiendo a fiestas “Matiné”, “Semáforo”, “Arco Iris”, “Candy”, “Ruleta
Sexual” donde el baile, el alcohol y las drogas se combinan con sexo (orgías,
sexo oral, entre otras) Estas actividades son el inicio de una vida sexual
activa sin control, desenfrenada, sin límites ni responsabilidad (“los más pilas usan preservativos”). En
su corta edad tienen en su haber varias parejas con las cuales han tenido más
vida sexual que una persona adulta. Lo que genera que en los próximos años se
presenten rupturas matrimoniales (divorcios) poniendo en riesgo la estabilidad
familiar.
Muchas
cosas no vienen solas, llegan en combos. La promiscuidad trae embarazo no
deseado o sin planificar. Me da mucho dolor y tristeza encontrarme niñas
embarazadas que sin darse cuenta iniciaron un juego de adultos (sexo) y
perdieron para siempre su niñez. Una vida desordenada que no se le niegan
placeres pronto acaba presentando enfermedades que en poco tiempo apagan la
llama de la vida. Niños que fuman y consumen alcohol y drogas como adultos
presentan síntomas y cumplen tratamientos médicos que hasta no hace mucho eran exclusivo
de personas maduras. A tan corta edad algunos entraron hace rato en las
estadísticas de casos de infecciones de transmisión sexual (ITS) como VPH y VIH- SIDA.
La
desobediencia, la rebeldía y las malas decisiones llevan a estos infantes a
alejarse del hogar y descuidarse tanto hasta el punto de llegar a la indigencia
o delincuencia. Basta con ver las noticias o conversar con alguien de la
comunidad para comprobar la cantidad de delitos (sicariatos, robos, homicidios,
violaciones, distribución y consumo de drogas, porte de armas, entre otros)
cometidos por personas que no hace mucho
eran unos párvulos. Muchos de ellos creen que es un juego del cual en cualquier
momento salen, sin darse cuenta que por las leyes serán juzgados a sufrir
consecuencia como si fueran adultos. Te invito a ver la historia de Cristian
Fernández https://www.youtube.com/watch?v=dhoyfMRwJ9g
Me
he encontrado con niños que en su corazón vive un deseo gigantesco de venganza;
en otros odio o falta de perdón hacia uno de los padres. Algunos deciden
dejarse llevar por el rencor, la enemistad y se rebelan a vivir bajo la tutela
del amor y la tolerancia. Preparando una adultez con ausencia de felicidad y
disfrute de la vida. Generalmente les digo a mis estudiantes que no permitan
que el corazón se les ensucie, pues están muy pequeños para llenarlo de basura.
Igualmente has escuchado de adolescentes que
llegan a su casa al amanecer y en un estado no muy sobrio. ¿Y qué decir de las
conversaciones? Da vergüenza el vocabulario de algunas niñas, pareciera uno
estar conversando con una mujer de la calle por las vulgaridades que emplean. Y
si son varones se expresan con todas las frases usada por los delincuentes.
La misma sociedad que
propicia la problemática planteada rechaza tales comportamientos a través de
rechazo, crítica, señalamiento, discriminación, no aceptación y juicio.
Tal
vez tengamos un caso cercano de lo antes mencionado y no ha pasado nada, como al
niño de la historia. Sin embargo, hagamos nuestro aporte desde la tribuna donde
nos encontremos como padres, abuelos, tíos, hermanos mayores o padrinos. Y sino
pertenecemos a la familia, pero somos docentes, líderes religiosos, deportivos
o comunitarios realicemos llamados de atención o advertencias, demos consejos porque
de no cambiar aptitudes y acciones recibirán irremediablemente los frutos de la
ley de la siembra y la cosecha. ¡Luchemos por conservar conductas infantiles en
nuestra sociedad!
(“los más pilas usan preservativos”) Es una frase irónica
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