En el año 1997, el cantante Marcos Vidal, presentó una producción musical para niños, titulada “El Arca”. En ella, hay una canción donde canta el ruiseñor, mostrando la fatalidad de entrar en el arca, haciendo ver que todo estaba perdido. El canto del ave dice así:
Nadie puede ver,
Ni puede entender, lo que mi alma siente, en la angustia de mi soledad.
Porque nunca más, volveré a cantar, cuando el día muere y en el bosque cae la obscuridad.
No podré volar, a la luz de la luna, ni me dormiré con la roja luz del sol al amanecer.
Ya no veré la pradera, disfrazándose en la primavera,
Ni las nubes subiendo del mar.
No escucharé más al viento, ni sabré si es otoño o invierno.
No veré más el atardecer, ni los copos de nieve al caer.
No podré volar, a la luz de la luna.
Ni me dormiré, con la roja luz del sol al amanecer.
Muy cerca de nosotros, hay personas en esta lamentable condición, entregadas a la derrota, sin esperanza, sin ánimo de luchar o de creer que todo puede cambiar para mejor. Aunque en la vida nos suceden cosas que nos tumban dejándonos en el suelo y con un peso difícil de levantar, no todo ha acabado.
No pierde sentido la vida después de la muerte de un ser querido, de un diagnóstico oncológico, de un divorcio, de un embarazo precoz, de una infidelidad, de la amputación de un miembro del cuerpo, de la ausencia de un familiar, de una discapacidad, desempleo o la pérdida de un bien material importante.
El ruiseñor, en su canción, aseguraba que ya no podría hacer nada más, a causa del diluvio. Sin embargo, Dios hace salir un hermoso Arcoíris, mostrando que no se había extinguido absolutamente todo.
Después del momento crítico, hay que creer que existen nuevas oportunidades, otra puerta que se abre, se renueva la visión, un plan o propósito divino se nos revela. Se deben tener los ojos bien abiertos, para ver cómo Dios actuará. Y de acuerdo con esa nueva perspectiva, comenzar con la construcción de una nueva etapa de vida.
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Jeremías 29:11 NVI
¡No te rindas, aún hay razones para luchar!


