Cada
quien es dueño de propiedades:
la
hoja nunca abandona su verdor,
ni
tampoco el sol su luz y calor;
y
yo solo vivía adversidades.
Está
mi vida escrita en dos mitades
cuartetos
y tercetos con valor
bien
plasmados por un gran escritor
¡mi
dueño no soy, sépanlo amistades!
A
Dios le pertenece mi soneto,
a
mi endecasílabo le da vida,
con
gusto soy su siervo, a él me someto.
Con
la de su hijo me compró la vida,
a
él hoy le debo mi ser por completo…
nada
hay que mi agradecimiento impida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario