miércoles, 27 de diciembre de 2017

Te quiero a ti, te quiero aquí.


Te quiero a ti,
te quiero aquí.
Te quiero siempre presente
no con la intermitencia de la lluvia o el relámpago,
sino con la permanencia fiel
del calor del sol o la luz de la luna.
Te quiero reina de mis dominios,
señora y ama de mi palacio.
Te quiero presente al salir:
"que te vaya bien"
Te quiero presentar llegar:
¿cómo te fue?
Te necesito activa,
para poco cuando estás pasiva.
Deseo y necesito un café caliente,
con palabras suaves o con reclamos,
con preguntas aunque me interpeles,
con caricias, abrazos, besos,
bromas, historias y atenciones.
Poco hago con un mensaje,
un recuerdo, una foto,
instrucciones en la nevera o en la mesa,
todo arreglado, en orden y limpio.
La distancia ya es lejanía.
La espera, una eternidad.
Te quiero a ti,
te quiero aquí...
conmigo.

AMOR ESPURIO


Nuevamente tú y yo juntos
como estaba planeado.
El mismo lugar,
el mismo cuarto,
casi la misma hora.

Un año y seis meses,
contados desde junio dos mil trece,
tiene nuestra particular historia.
Tenías veintidós y medio;
hoy entro a veintiuno.

Te amo y me amas
¿Nos queremos?
Vivimos nuestra unión
tal vez efímera.

Acostado con el control en mano
te detallo íntegramente:
tu rostro hermoso
con una sonrisa tallada a la perfección,
tus cabellos rizados y húmedos.
Ya más cerca sentados en la cama:
tu cuerpo oloroso,
tu piel morena y suave,
manos delgadas con uñas decoradas,
ojos claros y grandes.

Besamos, acariciamos y hacemos nuestro
un cuerpo que no nos pertenece;
que los espera su dueño.
Nos prometemos amor, confianza,
fidelidad y comprensión,
aunque sabemos que
será tan casual como este encuentro.

Te amo y me amas
¿Nos queremos?
Vivimos nuestra unión
seguramente pecaminosa.
Carente de legalidad,
sin partida de nacimiento.

Disfrutamos por completo cada rincón 
de estos veintiséis metros cuadrados,
porque la libertad está prohibida,
el juicio acecha.
Te veo mirar por la ventana
como buscando sentido a la vida,
como buscando aprobación,
como si te faltara algo.

Después de dejar todo en orden
abandonamos la habitación
hasta el próximo encuentro,
preguntándonos si nos vamos
más vacíos de lo que vivimos
o más culpable por lo que no
queremos dejar de hacer.