lunes, 4 de abril de 2016

Niños y adolescentes jugando a ser adultos.


Una vez un niño como de 11 años iba en su bicicleta y al llegar a la esquina no frenó, sino que tocó su corneta y siguió su rumbo. Esta escena la presencié hace poco en una de las calles principales de mi comunidad. Pensé: este muchachito cree que con tocar corneta los carros que vengan tienen que apartarse o frenar para darle paso. ¡Qué peligro! afortunadamente no pasó nada trágico, pero pudo suceder.
Así está nuestra sociedad hoy niños y adolescentes haciendo cosas de adultos y pretenden salir ilesos con tales comportamientos o acciones. Con preocupación veo cómo ya la niñez no juega como antes, han perdido la amistad, el compañerismo y la inocencia.
Es común ver niñas en escuelas de modelaje vistiendo poca ropa y participando en concursos de belleza. Es un orgullo para los padres verles bailar con movimientos sensuales (perreo) o muy pegado rozando el cuerpo de su compañero de baile. Ya a los 10 años tienen novios y en pocos meses lo cambian porque ya no son de su agrado. Creo que tú también apreciado lector has visto como adolescentes y niños participan de abrazos, besos y caricias no apropiados para su edad. Igualmente habrás escuchado de la gran cantidad de pre juveniles asistiendo a fiestas “Matiné”, “Semáforo”, “Arco Iris”, “Candy”, “Ruleta Sexual” donde el baile, el alcohol y las drogas se combinan con sexo (orgías, sexo oral, entre otras) Estas actividades son el inicio de una vida sexual activa sin control, desenfrenada, sin límites ni responsabilidad (“los más pilas usan preservativos”). En su corta edad tienen en su haber varias parejas con las cuales han tenido más vida sexual que una persona adulta. Lo que genera que en los próximos años se presenten rupturas matrimoniales (divorcios) poniendo en riesgo la estabilidad familiar.
Muchas cosas no vienen solas, llegan en combos. La promiscuidad trae embarazo no deseado o sin planificar. Me da mucho dolor y tristeza encontrarme niñas embarazadas que sin darse cuenta iniciaron un juego de adultos (sexo) y perdieron para siempre su niñez. Una vida desordenada que no se le niegan placeres pronto acaba presentando enfermedades que en poco tiempo apagan la llama de la vida. Niños que fuman y consumen alcohol y drogas como adultos presentan síntomas y cumplen tratamientos médicos que hasta no hace mucho eran exclusivo de personas maduras. A tan corta edad algunos entraron hace rato en las estadísticas de casos de infecciones de transmisión sexual (ITS) como VPH y VIH- SIDA.
La desobediencia, la rebeldía y las malas decisiones llevan a estos infantes a alejarse del hogar y descuidarse tanto hasta el punto de llegar a la indigencia o delincuencia. Basta con ver las noticias o conversar con alguien de la comunidad para comprobar la cantidad de delitos (sicariatos, robos, homicidios, violaciones, distribución y consumo de drogas, porte de armas, entre otros) cometidos  por personas que no hace mucho eran unos párvulos. Muchos de ellos creen que es un juego del cual en cualquier momento salen, sin darse cuenta que por las leyes serán juzgados a sufrir consecuencia como si fueran adultos. Te invito a ver la historia de Cristian Fernández https://www.youtube.com/watch?v=dhoyfMRwJ9g
Me he encontrado con niños que en su corazón vive un deseo gigantesco de venganza; en otros odio o falta de perdón hacia uno de los padres. Algunos deciden dejarse llevar por el rencor, la enemistad y se rebelan a vivir bajo la tutela del amor y la tolerancia. Preparando una adultez con ausencia de felicidad y disfrute de la vida. Generalmente les digo a mis estudiantes que no permitan que el corazón se les ensucie, pues están muy pequeños para llenarlo de basura.
 Igualmente has escuchado de adolescentes que llegan a su casa al amanecer y en un estado no muy sobrio. ¿Y qué decir de las conversaciones? Da vergüenza el vocabulario de algunas niñas, pareciera uno estar conversando con una mujer de la calle por las vulgaridades que emplean. Y si son varones se expresan con todas las frases usada por los delincuentes.
La misma sociedad que propicia la problemática planteada rechaza tales comportamientos a través de rechazo, crítica, señalamiento, discriminación, no aceptación y juicio.

Tal vez tengamos un caso cercano de lo antes mencionado y no ha pasado nada, como al niño de la historia. Sin embargo, hagamos nuestro aporte desde la tribuna donde nos encontremos como padres, abuelos, tíos, hermanos mayores o padrinos. Y sino pertenecemos a la familia, pero somos docentes, líderes religiosos, deportivos o comunitarios realicemos llamados de atención o advertencias, demos consejos porque de no cambiar aptitudes y acciones recibirán irremediablemente los frutos de la ley de la siembra y la cosecha. ¡Luchemos por conservar conductas infantiles en nuestra sociedad!